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viernes, 6 de julio de 2012

Reality evolucionado: una nueva era en la TV

A la nueva tendencia de tener artistas que buscan ídolos, se suma desde hoy La voz...argentina
Por Natalia Trzenko  | LA NACION
 
Gonzalo sale al escenario. Empieza a cantar y los aplausos de rigor se vuelven suspiros. Excelente indicador para los jurados que lo escuchan pero no lo ven. Axel, Soledad Pastorutti, Juliana Gattas y Ale Sergi de Miranda y el Puma Rodríguez están de espaldas al cantante que tendrá noventa segundos para demostrar que tiene lo que hace falta para participar de La voz... argentina, que se estrena mañana, a las 22, por Telefé. Se trata del más reciente formato vuelto fenómeno global del universo de los reality shows, el género que en menos de quince años revolucionó para siempre la televisión alrededor del mundo. Tal vez los memoriosos recuerden una pantalla chica que no necesitaba de la presencia de los anónimos para armar un programa. Pero desde la irrupción de Expedición Robinson y, más contundentemente, de Gran Hermano todo cambió y ya no hubo vuelta atrás. Todo lo contrario: el reality show es el género con más rápida y diversa evolución de los que la TV tiene para ofrecer. Un gigante cuya ambición parece ser abarcar toda experiencia humana y ponerla en pantalla. Así, los de aventuras como el mencionado Robinson crecieron y se especializaron hasta lograr programas extraordinarios como The Amazing Race, los de encierro como Gran Hermano permanecieron más o menos iguales a sí mismos aunque permitiendo un contacto con el mundo exterior que debilita su propia premisa y los de talento empezaron a dejar de lado todo menos eso: el talento. Se trate de los artistas por descubrir o aquellos consagrados convocados para descubrirlos Al menos ése es el camino de La voz...Argentina, el programa que conducirá Marley. desde esta noche. Tan despojado de cuestiones ajenas al canto está este ciclo que su planteo arranca con un juego que podría ser antitelevisivo pero es todo lo contrario. Los participantes fueron seleccionados durante seis meses hasta que la producción, comandada por Juan Parodi, eligió a 180 finalistas para que pasaran a la instancia que diferencia a este programa de todos los otros de su tipo: las audiciones a ciegas. Allí, aquí y ahora, en los estudios de Telefé de Pavón copados por la imagen del ciclo, esa mano agarrada al micrófono y con los dedos en v de voz -y de victoria, claro-, Gonzalo está agotando sus noventa segundos en el escenario cuando Soledad acciona el botón y se de vuelta para mirarlo. Lo mismo hacen Axel, los Miranda y el Puma. La decisión es unánime. Todos lo quieren en su equipo para aconsejarlo y entrenarlo hasta convertirlo, tal vez, en el ganador del programa. Una nueva estrella con contrato discográfico de Universal. Alguien como ellos. Porque si hay un símbolo que representa a esta nueva generación de programas que descubren talentos es la presencia de personajes consagrados para juzgarlos y acompañarlos. Si hasta Soñando por cantar, que se inclina más por la emoción que el resto de sus compañeros de género, tiene a Patricia Sosa, Valeria Lynch y Alejandro Lerner siempre en primer plano.
Tan divertido como descubrir nuevos artistas resulta poder acceder a aspectos desconocidos de los que ya tenemos. Después de todo, ¿quién hubiera imaginado que Ale Sergi tendría tanto timing televisivo, que Soledad Pastorutti mostraría el ojo afilado de una productora atenta a todo lo que pasa en el set o que el Puma Rodríguez no necesitaría ver a las cantantes para siempre, sin falla, seleccionar a las más bellas?
"Tiene un radar", dirá riéndose uno de los encargados de contener el entusiasmo del público en las tribunas que apenas puede le grita a sus ídolos, se quiere sacar una foto, hasta intenta grabarlos en video a pesar de los insistentes pedidos de la producción que, puntero láser en mano, tienen que molestarlos con la lucecita para que no lo hagan. Todo eso, la audición que juega a ignorar el aspecto físico del aspirante, la buena química entre los jurados/entrenadores con fama propia, forma parte de una fórmula que convirtió a La voz, en la versión más depurada y exitosa de este tipo de reality show. Los ajustes y novedades aplicados a programas del género como American Idol y The X Factor se le ocurrieron a John de Mol. Y si el nombre suena conocido es porque el productor holandés es el creador de Gran Hermano, fuerza motora de los reality shows en el mundo y fundador de Endemol, empresa que dejó no para disfrutar de los miles de millones de dólares que ganó sino para empezar de nuevo. Su primer proyecto en esta nueva etapa fue La voz...Holanda, un fenómeno de audiencia que pronto empezó a acumular millas y ya se hace en más de cincuenta países alrededor del mundo. Sin dramas personales, sin cámaras indiscretas, apenas con unos enormes sillones en los que un grupo reducido de artistas exitosos se sienta para escuchar y elegir.

Palabra de famoso

En la versión de La voz de los Estados Unidos Christina Aguilera suele ser bastante amable con los participantes, en la de México Alejandro Sanz y Lucero se sacaban chispas y en la del Reino Unido, Tom Jones da consejos con la autoridad del veterano que las vivió y se las sabe todas y los novatos lo escuchan reverentes. A diferencia de la figura del jurado duro y hasta sádico que hizo famoso al británico Simon Cowell en American Idol -ahora mandamás de The X Factor- , en el caso de La voz, priman la diplomacia y el buen trato. Acá no hay humillantes audiciones a gente que cree que sabe cantar, pero que no puede hacerlo ni en la ducha. Los que llegan a cantarle a la espalda de Soledad, Axel, los Miranda y el Puma en el mejor de los casos se quedan en el programa donde hasta tienen el poder de pasar de ser los juzgados a juzgar a su vez. Si dos de los famosos los quieren en su equipo es el participante, con la ayuda de la entusiasta tribuna, el que decidirá con quién quedarse y así la balanza de poder que suele regir estos concursos se equilibra un poco. Por otro lado, los que se van lo hacen con frases alentadoras en su mochila: "Sigue cantando, mi amor, que es lo tuyo", dirá el Puma con su mejor acento venezolano, tan tierno y cómodo en su lugar de consejero que hasta lo hace por partida doble. Además de participar en La voz...Argentina, el cantante también forma parte del jurado de la segunda temporada de X Factor en Chile.
La chica a la que los nervios le jugaron una mala pasada seguramente seguirá cantando, pero ahora sale del escenario donde la espera su familia para consolarla. Además de unas cuantas cámaras y Marley, micrófono en mano, en busca de su reacción. Es que aunque este show no se apoya en las historias personales de los participantes tampoco puede abandonar la esencia misma del género y perderse el momento del festejo o el consuelo en el detrás de escena.
Todo lo que sucederá en La voz...Argentina será en estricto cumplimento de la "biblia" del programa originada en Holanda, un compilado de reglas que un representante de la productora ya viajó para controlar. Es que si hay algo que la producción de TV local aprendió gracias a los reality shows es que a los formatos -al menos los que son tan buenos y exitosos como éste-, hay que respetarlos a rajatabla. Y si la nueva generación del género pide poner el énfasis tanto en los artistas consagrados como en los nuevos por descubrir entonces eso es lo que se verá en pantalla. Hasta que la evolución continúe y el reality show muestre su nueva, siempre cambiante, cara.

  • 6 meses de preproducción
    Para preparar el programa se necesitó medio año de castings en todo el país.
  • 180 participantes
    Llegaron a la instancia de las audiciones a ciegas que forman parte esencial del formato.
  • 90 segundos
    Es el tiempo que tienen los concursantes para cantar y lograr que los jurados los elijan para su equipo.


  • 30 versiones del programa
    Ya se hicieron en todo el mundo. El formato original se estrenó en 2010 en Holanda.
  • 8 son los integrantes de cada equipo
    Ellos trabajarán con los jurados y se entrenarán para llegar a la final
  • 12 millones de espectadores
    Vieron la primera emisión de La voz en los Estados Unidos. Se transformó en el ciclo más visto de la TV.

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